En ciertas situaciones sociales algunos niños dejan de hablar, aunque son capaces de comunicarse en otros contextos. Explicamos a qué se debe el mutismo selectivo, cómo detectarlo, cuáles son sus causas y cómo se trata.
¿Qué es el mutismo selectivo?
El mutismo selectivo es un trastorno de ansiedad en el que las personas afectadas pueden inhibirse de tal manera en determinadas situaciones o contextos que parecen incapaces de hablar. Aunque puedan hacerlo con normalidad en ambientes en los que se sienten cómodos y relajados.
Los niños que presentan esta adversidad pueden no iniciar conversaciones o responder de forma limitada en situaciones sociales con niños o adultos. Lo que se traduce en una falta de discurso.
Esos niños hablan sin problema en su hogar en presencia de sus familiares cercanos. Pero suelen evitar hablar incluso con amigos cercanos o familiares de segundo grado. Como abuelos o primos.
El desarrollo del habla sigue un patrón común en todos los niños, aunque el tiempo que tardan en alcanzar ciertos hitos puede variar. Por lo general, a los 12 meses los niños pueden decir al menos una palabra, a los 18 meses pueden formar dos combinaciones de palabras, y antes de los tres años pueden construir oraciones de tres palabras. Sin embargo, ciertos factores pueden aumentar el riesgo de retraso en el habla, como una falta de estimulación lingüística adecuada, problemas emocionales o de relación, dificultades de adaptación o trastornos de la deglución.
Cómo se realiza un diagnóstico de mutismo selectivo
Su diagnóstico es un proceso complejo que debe llevarse a cabo por un profesional de la salud mental capacitado en el tema. Por ejemplo: un psicólogo infantil.
A menudo, se lleva a cabo una evaluación psicológica completa que incluye entrevistas con los padres, el niño y otros miembros de la familia. Así como observaciones directas del niño en diferentes situaciones.
También es común que se realice una evaluación del habla y el lenguaje para descartar otros trastornos que puedan estar presentes. En algunos casos, puede ser necesario realizar exámenes médicos adicionales para descartar posibles causas físicas.
Un diagnóstico temprano y preciso es fundamental para brindar el tratamiento adecuado y ayudar al niño a superar los desafíos asociados con el mutismo selectivo.
Síntomas del mutismo selectivo
- En el caso de que el niño se mantenga callado incluso si se le pregunta directamente y parezca experimentar un gran malestar. Es posible que estemos ante un caso. Sin embargo, si el niño responde con timidez pero se expresa verbalmente, no se trata de mutismo.
- El niño puede mostrar evitación hacia situaciones sociales nuevas y puede experimentar síntomas ansiosos como inquietud, transpiración, ansiedad por separación, entre otros.
- Si la inhibición del habla se prolonga por más de un mes, incluso en situaciones sociales que antes no eran problemáticas. Esto podría ser un indicador.
- Si persiste después de los cinco años de edad, esto puede ser particularmente preocupante, ya que en edades previas también se puede observar este comportamiento. Pero suele ser pasajero.
En cualquier caso, es aconsejable acudir a un especialista cuando se observen los síntomas mencionados. Antes de que tanto la ansiedad como el mutismo selectivo se intensifiquen.
Causas
Es una afección que se presenta con mayor frecuencia en niños menores de 5 años, y su origen exacto aún se desconoce. Según la opinión de la mayoría de los expertos, los niños con este trastorno heredan una tendencia a ser ansiosos e inhibidos. Además, la mayoría de los niños con esta adversidad experimentan algún tipo de fobia social extrema.
En la mayoría de los casos, los padres suelen malinterpretarlo como una elección del niño de no hablar. Cuando en realidad se trata de una incapacidad para hablar en ciertos contextos.
Puede venir por factores genéticos y estar relacionado con antecedentes familiares de timidez extrema, trastornos de ansiedad o mutismo selectivo. Esto puede aumentar el riesgo de que el niño también presente estos problemas.
No debe confundirse con el mutismo, que es cuando el niño nunca habla. En cambio, en el primero, el niño tiene la habilidad de entender y hablar, pero se encuentra incapaz de hacerlo en ciertos ambientes o contextos.
También puede deberse a causas físicas y suelen estar vinculadas a las cuerdas vocales, la lengua, la boca, la garganta o los pulmones. En algunos casos, el mutismo está vinculado con la sordera: quien ha nacido sordo, nunca oyó hablar. Por lo tanto, no aprende a desarrollar esta capacidad.
La fobia social
La fobia social es un trastorno de ansiedad que se caracteriza por un miedo intenso y persistente a situaciones sociales o de desempeño en las que la persona puede ser evaluada o juzgada negativamente por otros.
Los síntomas incluyen sudoración excesiva, temblores, taquicardia, rubor facial y dificultad para hablar. El diagnóstico se basa en la evaluación clínica y la observación de los síntomas.
La terapia cognitivo-conductual es un tratamiento efectivo que puede ayudar a las personas a superar la fobia social mediante la identificación y modificación de pensamientos y comportamientos disfuncionales. Los medicamentos también pueden ser útiles en algunos casos.
Es importante buscar ayuda profesional si se experimentan síntomas de fobia social, ya que puede interferir significativamente en la vida cotidiana y en las relaciones interpersonales.
¿Cómo se trata el mutismo selectivo?
El tratamiento para el mutismo selectivo varía según las necesidades individuales de cada niño. Una de las intervenciones más comunes es la terapia de exposición gradual, donde se expone al niño a situaciones sociales con niveles crecientes de dificultad y se le enseña a manejar su ansiedad en estas situaciones.
Otro componente importante del tratamiento es el manejo de contingencias. Esto implica la creación de un plan para recompensar al niño cuando se comunica verbalmente, y para desalentar o ignorar el comportamiento de no hablar. El objetivo es motivar al niño a hablar y reducir la ansiedad asociada con la comunicación verbal.
Además de estas técnicas, la terapia también puede incluir el entrenamiento en habilidades sociales y la terapia cognitivo-conductual para abordar los pensamientos y emociones subyacentes que contribuyen al trastorno.
Es importante tener en cuenta que el tratamiento puede ser un proceso largo y requiere un enfoque multidisciplinario. Trabajar con un equipo de profesionales, incluyendo un terapeuta del habla, un psicólogo y un pediatra, puede ser la mejor manera de abordar el trastorno y ayudar al niño a alcanzar su máximo potencial.
La terapia cognitivo conductual para el mutismo selectiva
La terapia cognitivo-conductual se enfoca en la enseñanza de habilidades sociales y técnicas de relajación para que el niño pueda sentirse más cómodo y confiado en situaciones sociales. La exposición gradual a situaciones sociales desafiantes es otra parte fundamental de la terapia. A través de esta exposición, el niño puede aprender a enfrentar sus miedos y superar su ansiedad.
Además de trabajar directamente con el niño, la terapia cognitivo-conductual también involucra a los padres y educadores. Los padres pueden ayudar a crear un ambiente de apoyo y fomentar la práctica de las habilidades aprendidas en terapia en la vida diaria del niño. Los educadores pueden colaborar con los padres y el terapeuta para ayudar al niño a sentirse más cómodo en el ambiente escolar y a participar en actividades sociales.
La terapia cognitivo-conductual puede ser una herramienta efectiva para mejorar la calidad de vida de los niños con esta adversidad. Al ayudar a los niños a superar su ansiedad social y a sentirse más cómodos en situaciones sociales, la terapia puede mejorar su bienestar emocional y social. Si se sospecha que un niño padece de mutismo selectivo, buscar ayuda profesional lo antes posible puede ser clave para un tratamiento exitoso.
La diagnóstica del mutismo selectivo
El diagnóstico puede ser un proceso largo y complejo. Los padres pueden sentirse frustrados y preocupados ante la falta de comunicación verbal de su hijo, y puede llevar tiempo encontrar un profesional adecuado para ayudar al niño.
Es importante que los padres y educadores estén atentos a los signos del mutismo selectivo, como la falta de comunicación verbal en situaciones sociales específicas, y busquen ayuda temprana. Un diagnóstico y tratamiento tempranos pueden mejorar significativamente el pronóstico del niño y reducir la posibilidad de complicaciones emocionales a largo plazo.
Es fundamental que los profesionales de la salud mental tengan una formación específica en el tratamiento de esta adversidad, para poder brindar una intervención efectiva y adaptada a las necesidades individuales de cada niño. La detección temprana y el tratamiento adecuado son claves para mejorar la calidad de vida de los niños con mutismo selectivo y para ayudarles a desarrollar habilidades sociales y emocionales adecuadas para su edad.