Conseguir que el niño duerma solo en su habitación no es siempre fácil. Muchas veces por el hábito que adquieren los niños de dormir con sus padres desde muy pequeños, a veces por miedos, y otras por regresiones, hacen que la rutina del sueño cuando el niño duerme en su propio espacio sea complicada.
Desarrollo normal del sueño infantil:
El desarrollo normal del sueño infantil es un proceso que experimenta cambios significativos a lo largo de los primeros años de vida de un niño. A continuación, se describen las principales etapas y características del sueño en la infancia:
Recién nacido (0-3 meses)
- Los recién nacidos duermen aproximadamente de 16 a 17 horas al día, divididas en periodos de sueño cortos y frecuentes.
- El sueño es predominantemente polifásico, lo que significa que se despiertan con frecuencia para alimentarse y necesitan ayuda para volver a dormir.
- No presentan una distinción clara entre el sueño diurno y nocturno.
Lactante (4-11 meses):
- Los lactantes duermen alrededor de 14 a 15 horas al día, con períodos de sueño más largos durante la noche y siestas diurnas regulares.
- Comienzan a desarrollar patrones de sueño más consolidados y pueden dormir períodos más largos sin despertarse para alimentarse.
- Aunque algunos lactantes pueden dormir toda la noche sin interrupciones, muchos aún pueden despertarse durante la noche por diferentes razones.
Bebés (1 a 2 años)
Los bebés duermen aproximadamente de 11 a 14 horas al día, con una duración de sueño nocturno más prolongada y una o dos siestas diurnas.
La mayoría de los bebés pueden dormir durante períodos más largos sin despertarse y pueden comenzar a establecer rutinas de sueño regulares.
Pueden experimentar despertares nocturnos ocasionales debido a pesadillas, hambre o incomodidad.
Niño pequeño (3-5 años):
Los niños pequeños suelen dormir alrededor de 10 a 13 horas al día, principalmente durante la noche, y pueden tener una siesta diurna opcional.
Es probable que sigan una rutina de sueño establecida y sean capaces de dormir sin la necesidad de la presencia constante de los padres.
Pueden tener más conciencia de los temores y pesadillas, lo que puede afectar su calidad del sueño.
Es importante tener en cuenta que estos rangos de sueño son generales y pueden variar entre diferentes niños. Además, cada niño puede tener sus propias necesidades y patrones de sueño individuales. Durante el desarrollo del sueño infantil, es fundamental establecer rutinas consistentes de sueño, crear un entorno propicio para el descanso y responder adecuadamente a las necesidades del niño para promover un sueño saludable. Si los problemas de sueño persisten o son significativos, es recomendable consultar con un profesional de la salud para obtener orientación y apoyo adicional.
Métodos para que tus hijos duerman solos
Existen miles de métodos para enseñar a los niños a dormir solos. Desde el más conocido y controvertido como el método Estivill, hasta otros métodos más graduales para padres menos “disciplinados”, basados todos ellos en técnicas conductistas cuyo objetivo es que los niños aprendan a dormir solos en su habitación y usando estímulos negativos o de castigo (si llora, ignorarlo). Este tipo de métodos buscan la solución rápida y aparentemente más eficaz sin fijarse en los efectos negativos a corto o largo plazo que pueden ocasionar.
Otro método más efectivo es el de proporcionarles rutinas desde el cariño, la paciencia y el sentido común y basándose en estímulos positivos. Este método es de ‘cocinado’ más lento pero eficaz al cien por cien.
Cómo ayudar al niño a dormir en su habitación
Si el niño es de los que está acostumbrado a dormir con sus padres desde hace bastante tiempo, no basta con pedirle que se cambie de habitación.
– Se puede motivar al niño explicándole que durmiendo en su habitación tendrá más espacio y estará más a gusto. Este espacio será suyo y por eso podrá elegir cómo será.
– El niño podrá tener permiso para hacer en su cama lo que no tiene permitido en la de sus padres. Leer un rato dentro antes de apagar la luz, meter cualquier juguete, etc.
– Si el niño ya está preparado para usar el sistema de incentivos. Se usará una tabla en la que juntos pactareis el premio por realizar la conducta deseada.
Por otro lado, a partir de los 2 años es común que se produzcan regresiones en los niños. Las causas de estas regresiones pueden tener diferentes motivos: desde el nacimiento de un hermano hasta el miedo a dormir solos. Y es que a esta edad de 2 años son frecuentes las pesadillas debido a su imaginación y el miedo a la oscuridad. Estos factores intensifican el miedo a dormir solos. Para aliviar su malestar es recomendable:
– Dejar una luz indirecta para ver que sigue en su habitación. Es decir dejar la puerta entreabierta para que le dé la luz del pasillo, o dejar la persiana medio subida.
– Mantener la rutina de acostarle a la misma hora y haciendo siempre lo mismo. Por ejemplo, leerle un cuento.
– Si se despierta intranquilo, acompañarle hasta que se relaje.
Errores que se cometen al dormir al niño
A la hora de ayudar a dormir a los hijos solos hay que seguir siempre la misma rutina, en la que se puede incluir un beso o desearle buenas noches. Siempre ha de hacerse algo que esté a nuestra disposición y sea breve. Todo aquello que se haga para ayudar al niño a dormir no puede exceder lo imprescindible como por ejemplo, cogerlos en brazos para que se duerman, acostarse con ellos a dormir, etc.
Ya que se puede convertir en una dificultad con el paso del tiempo o si se dan circunstancias diferentes como una mudanza, que les cuiden otros familiares, etc. Además de este tipos de ayudas existen otro tipo de estrategias que solemos usar y que tienen resultados inmediatos pero implican desventajas en el futuro:
– Enfadarse porque se resiste a dormir solo y se comporta mal
Si lo haces el niño entiende que el padre o la madre no aguantará enfadado mucho rato y acabará cediendo.
– Darle argumentos de por qué debe dormir solo y no tener miedo a hacerlo
Si se hace el niño querrá siempre más.
– Ayudarle en cosas que puede hacer él mismo
No se debe hacer cosas que el niño puede hacer solo como ir al baño solo o levantarse a beber agua. Atender estas demandas implica que el niño obtiene la atención del adulto y puede aplazar el momento de dormir.
Si a los 7 años el niño sigue durmiendo con sus padres y no podemos remitir ese hábito lo recomendable es pedir ayuda y consultar con un especialista
Además, debemos tener en cuenta las dificultades que puede ocasionar en la pareja dejar que los niños duerman en la misma cama que sus padres, ya que cuando el menor duerme con sus padres de manera recurrente, no solo tenemos consecuencias en su desarrollo, sino que también podemos tenerlas en la pareja.
La pareja necesita su espacio y su intimidad. Dormir con ellos de vez en cuando es una experiencia positiva y contribuye a reforzar los vínculos afectivos. Sin embargo, cuando deja de ser algo esporádico para convertirse en una costumbre puede producir los efectos contrarios. Cuando los niños invaden el espacio de la pareja, se pierde intimidad para hablar de sus cosas, para emitir gestos de cariño y se pierde pasión. Además puede repercutir en la calidad del sueño de todos y la falta de descanso tiene consecuencias negativas para el bienestar. Puede ocurrir que aumenten los conflictos y las discusiones entre la pareja y que la hora de irse a dormir se convierta en una situación problemática, llena de tensiones.
Entre los 5 y los 7 años de edad, normalmente, con algunas pautas y con el tiempo el niño dormirá solo sin que esto suponga un problema para él. Hasta esa edad no debemos preocuparnos demasiado. Si a los 7 años sigue durmiendo con sus padres y no podemos remitir ese hábito lo recomendable es pedir ayuda y consultar con un especialista. También debemos prestar atención a los cambios bruscos en los hábitos del niño, por ejemplo, si de repente no puede dormir solo y antes sí lo hacía y este hecho va acompañado de otros cambios bruscos, pueden ser señales de algún tipo de problema o malestar y lo recomendable será de nuevo consultar con un especialista.
Cuánto deben dormir los niños?
Se recomienda que los niños duerman una media de 8 horas diarias. Es importante que los niños vayan temprano a dormir y tengan unas rutinas estructuradas. Tampoco es bueno que los niños duerman con la televisión encendida, de hecho, no es recomendable que tengan tele en su habitación. En cuánto a la luz, hay niños que necesitan dormir con la luz encendida. podemos ayudarlos con una lamparita que alumbre de forma tenue la habitación.
Factores que pueden influir en la dificultad para dormir solos
La dificultad para dormir solos puede estar influenciada por una variedad de factores. A continuación, se presentan algunos de los factores comunes que pueden contribuir a esta dificultad:
- Miedo o ansiedad: Los niños pueden experimentar miedo a la oscuridad, a estar solos o a situaciones imaginarias durante la noche, lo que les dificulta conciliar el sueño sin la presencia de sus padres. La ansiedad por separación también puede desempeñar un papel importante en la dificultad para dormir solos.
- Rutinas irregulares de sueño: La falta de una rutina de sueño consistente puede dificultar que los niños se acostumbren a dormir solos. Si los horarios de sueño son inconsistentes o si se les permite dormir con los padres en algunos momentos y en otros no, puede generar confusión y dificultad para establecer un hábito de dormir solos.
- Dependencia de los padres: Los niños que están acostumbrados a dormir con sus padres pueden desarrollar una dependencia emocional y física de su presencia para poder conciliar el sueño. La falta de autonomía y la necesidad de la presencia de los padres pueden generar resistencia a dormir solos.
- Experiencias pasadas negativas: Si un niño ha tenido experiencias negativas asociadas con el sueño, como pesadillas frecuentes, despertares nocturnos dolorosos o trastornos del sueño anteriores, es posible que desarrollen miedo o ansiedad relacionada con el sueño y les resulte difícil dormir solos.
- Factores ambientales: El entorno físico del dormitorio puede influir en la dificultad para dormir solos. Una habitación desfavorable, como una iluminación inadecuada, ruidos fuertes o una temperatura incómoda, puede dificultar que los niños se sientan seguros y tranquilos al dormir solos.
- Modelado de comportamiento: Si los padres tienen dificultades para establecer límites y permiten que los niños duerman constantemente con ellos, los niños pueden imitar este comportamiento y desarrollar una dependencia para conciliar el sueño.
- Cambios o transiciones importantes: Los eventos estresantes o los cambios significativos en la vida de un niño, como mudanzas, cambios de escuela, la llegada de un nuevo hermano o la separación de los padres, pueden desencadenar dificultades para dormir solos debido a la ansiedad y la inseguridad emocional asociadas.
- Factores biológicos: Algunos niños pueden tener una mayor sensibilidad al ruido, la luz o las sensaciones táctiles, lo que puede dificultar que se sientan cómodos y tranquilos al dormir solos.
Consecuencias a corto y largo plazo:
La dificultad para dormir solos en los niños puede tener consecuencias tanto a corto como a largo plazo. Estas consecuencias pueden afectar diversos aspectos del bienestar físico, emocional y cognitivo del niño. A continuación, se describen algunas de las posibles consecuencias:
Consecuencias a corto plazo:
- Fatiga diurna: Los niños que no pueden dormir solos pueden experimentar una falta de sueño adecuado, lo que puede provocar fatiga y somnolencia durante el día. Esto puede afectar su nivel de energía, atención y rendimiento escolar.
- Disminución del rendimiento académico: La falta de sueño adecuado puede interferir con la capacidad del niño para concentrarse y procesar la información, lo que puede resultar en un bajo rendimiento académico y dificultades en el aprendizaje.
- Problemas emocionales: La dificultad para dormir solos puede generar ansiedad, miedo y estrés en los niños. Esto puede manifestarse en forma de cambios de humor, irritabilidad, inseguridad y dificultades para regular las emociones.
- Dependencia parental: Los niños que no pueden dormir solos pueden desarrollar una fuerte dependencia de la presencia y el apoyo de sus padres para conciliar el sueño. Esto puede dificultar su capacidad para desarrollar autonomía y confianza en sí mismos.
Consecuencias a largo plazo:
- Trastornos del sueño: La dificultad para dormir solos en la infancia puede persistir y dar lugar a problemas crónicos de sueño en la adolescencia y la edad adulta. Esto incluye trastornos del sueño como el insomnio, la apnea del sueño y las parasomnias.
- Problemas de salud: La falta de sueño adecuado puede tener un impacto negativo en la salud física a largo plazo. Se ha asociado con un mayor riesgo de obesidad, diabetes, enfermedades cardiovasculares y trastornos metabólicos.
- Dificultades sociales y relacionales: Los problemas para dormir solos pueden afectar las interacciones sociales y las relaciones del niño. Pueden experimentar dificultades para relacionarse con sus compañeros, sentirse excluidos en actividades nocturnas y tener dificultades para establecer relaciones de amistad.
- Impacto en el desarrollo cognitivo: La falta de sueño adecuado puede afectar negativamente el desarrollo cognitivo del niño. Puede influir en la capacidad de atención, la memoria, el procesamiento de información y el rendimiento intelectual.
Es importante abordar la dificultad para dormir solos en los niños para prevenir o minimizar estas posibles consecuencias a corto y largo plazo. Buscar estrategias adecuadas de manejo del sueño, establecer rutinas consistentes, crear un entorno propicio para el descanso y brindar apoyo emocional pueden ser medidas efectivas para superar esta dificultad y promover un sueño saludable en los niños.
Características y patrones de sueño de los niños/as que no pueden dormir:
Los niños que tienen dificultad para dormir solos pueden presentar una serie de características y patrones de sueño que son distintivos. A continuación, se enumeran algunas de estas características comunes:
- Resistencia a acostarse: Los niños que no pueden dormir solos a menudo muestran resistencia a acostarse en su propia cama. Pueden hacer peticiones constantes para quedarse despiertos más tiempo o pueden usar tácticas de evasión, como pedir agua, ir al baño o requerir atención adicional.
- Necesidad de compañía: Los niños que tienen dificultad para dormir solos a menudo requieren la presencia física de uno o ambos padres para conciliar el sueño. Pueden insistir en que los padres se acuesten con ellos, se queden en la habitación hasta que se duerman o incluso compartan la cama de los padres.
- Despertares nocturnos frecuentes: Los niños que no pueden dormir solos pueden despertarse con frecuencia durante la noche y requerir la presencia de los padres para volver a dormirse. Estos despertares pueden ser breves o prolongados y pueden ocurrir varias veces durante la noche.
- Miedo o ansiedad nocturna: Los niños que tienen dificultad para dormir solos a menudo experimentan miedo o ansiedad relacionados con la oscuridad, estar solos en su habitación o tener pesadillas. Pueden requerir consuelo y seguridad adicional de los padres para poder relajarse y conciliar el sueño.
- Dependencia de rutinas específicas: Los niños con dificultad para dormir solos pueden desarrollar una fuerte dependencia de rutinas específicas para poder dormir. Pueden requerir que se sigan ciertos rituales antes de acostarse, como leer un libro, escuchar música o tener objetos de seguridad específicos.
Dificultades para volver a dormir después de despertar: Si los niños que no pueden dormir solos se despiertan durante la noche, pueden tener dificultades para volver a dormirse sin la presencia de los padres. Pueden llorar, buscar a los padres o resistirse a volver a su propia cama.