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La escala de ansiedad de Hamilton
Hoy en día, podemos afirmar que vivimos en una sociedad llena de estímulos que nos provocan estados de nerviosismo y de ansiedad. Estos estímulos pueden ser de diversa índole, como el estrés laboral, las exigencias sociales, los problemas familiares o personales, las crisis económicas o sanitarias, entre otros. Cada vez más las personas acuden al psicólogo para calmar su estado de ansiedad y poder conseguir un bienestar en sus vidas. La ansiedad es una reacción emocional normal ante situaciones que percibimos como amenazantes o peligrosas, pero cuando se vuelve excesiva o desproporcionada, puede interferir con el funcionamiento normal de la persona y afectar a su salud física y mental.
La escala de ansiedad de Hamilton es uno de los cuestionarios psicológicos más utilizados para analizar el grado de ansiedad que sufre una persona. No es un instrumento de diagnóstico, sino un recurso útil y eficaz para valorar el estado del paciente. Consiste en una serie de ítems que evalúan diferentes síntomas asociados a la ansiedad, como el miedo, la angustia, la tensión muscular, las palpitaciones, los mareos, las náuseas, el insomnio o las obsesiones. El paciente debe indicar la intensidad con la que experimenta cada síntoma en una escala del 0 al 4. El resultado final se obtiene sumando los puntos de cada ítem y se clasifica en cuatro niveles: ansiedad leve (0-17), ansiedad moderada (18-24), ansiedad grave (25-30) y ansiedad muy grave (más de 30).
Llama la atención un hecho sobre esta interesante escala. Fue diseñada en 1959 por Max R. Hamilton y a día de hoy sigue siendo una de las más utilizadas. Hamilton, buscaba definir un recurso riguroso con el que poder evaluar el grado de severidad de la ansiedad en una persona. Para ello, se basó en los criterios clínicos de la época y en su propia experiencia como psiquiatra.
Más adelante, la escala se mejoró añadiendo más ítems que evaluaban la ansiedad somática. Por ello, hizo una distinción entre los síntomas somáticos musculares y los síntomas somáticos sensoriales. Los primeros se refieren a la tensión muscular, los temblores, las contracciones o las mialgias. Los segundos hacen referencia a las sensaciones corporales como el vértigo, el dolor de cabeza, las palpitaciones o las dificultades respiratorias.
Debemos tener en cuenta que cada persona experimenta la ansiedad de un modo particular. No hay dos personas iguales y por ello no sirve la misma estrategia terapéutica para todos. La escala de ansiedad de Hamilton es un instrumento que ayuda a conocer el perfil sintomático de cada paciente y a monitorizar su evolución a lo largo del tratamiento.
Esta escala es útil tanto en niños como en adultos. Asimismo, es un instrumento que pueden emplear tanto los médicos como los psiquiatras, pero teniendo claro que no determina el diagnóstico de un trastorno concreto. La ansiedad puede ser un síntoma de diversas condiciones psicológicas o médicas, por lo que se requiere una evaluación integral y multidisciplinar para establecer el origen y la naturaleza de la misma.
Este tipo de prueba se puede realizar de forma online, siempre y cuando, como cualquier otra prueba, debe ser administrada por profesionales especializados. Aún más, esta escala cuenta con un ítem donde el propio investigador debe valorar en qué estado ha realizado la prueba el paciente. Esto implica tener en cuenta factores como el nivel de colaboración, la comprensión o la sinceridad del paciente al responder.
Por tanto, debemos ser rigurosos en este aspecto, puesto que la entrevista en administración de la prueba es clave para el buen diagnóstico. La escala de ansiedad de Hamilton es una herramienta valiosa pero no suficiente para abordar la complejidad de la ansiedad humana.
¿Cuáles son los ítems que mide la escala de ansiedad de Hamilton?
Este instrumento consta de 14 ítems y cada pregunta tiene cuatro opciones de respuesta. Van desde no presente hasta muy severo.
Una puntuación mayor de 15 indicaría la presencia de ansiedad. Esto significa que la persona experimenta un nivel de malestar emocional que puede interferir con su calidad de vida y su funcionamiento cotidiano. Es importante mencionar que al ser una adpatación online, no tiene la misma validez que el test original. Por tanto, si las puntuaciones son medias o altas, es importante que acudas a un profesional para que confirme tu diagnóstico. Los resultados obtenidos en el test son orientativos, puesto que el disgnóstico debe ser realizado siempre por un profesional. Un profesional cualificado podrá evaluar tu caso de forma personalizada y ofrecerte el tratamiento más adecuado para tu situación.
Algunos de los ítems que miden esta prueba son:
→Preocupaciones constantes, angustia, etc.: Estos ítems evalúan el grado de inquietud y nerviosismo que siente la persona ante situaciones cotidianas o futuras. La persona puede tener pensamientos negativos, anticipatorios o catastróficos que le generan malestar y ansiedad.
→Tensión: temblor, ganas de llorar, sensación de alarma, etc. Estos ítems miden el nivel de tensión psicológica y física que experimenta la persona. La persona puede sentirse sobrepasada, incapaz de relajarse o de controlar sus emociones.
→Miedos: miedo a estar solo, a la oscuridad o a que pase algo imprevisto. Estos ítems valoran el grado de temor que siente la persona ante determinados estímulos o situaciones que le provocan ansiedad. La persona puede evitar o escapar de dichos estímulos o situaciones, lo que refuerza su miedo.
→Insomnio: Este ítem mide la dificultad para conciliar o mantener el sueño que tiene la persona. La persona puede tener problemas para dormirse, despertarse frecuentemente durante la noche o tener pesadillas. El insomnio puede afectar al rendimiento y al estado de ánimo de la persona.
→Problemas cognitivos: dificultad para decidir, dificultad para concentrarse y fallos de memoria. Estos ítems evalúan el impacto de la ansiedad en las funciones cognitivas de la persona. La persona puede tener dificultades para pensar con claridad, para resolver problemas o para recordar información.
→Humor: desánimo, levantarse con negatividad y la sensación de que va a ser un mal día, irritación, mal humor: Estos ítems valoran el estado de ánimo de la persona y cómo influye en su forma de ver las cosas. La persona puede sentirse triste, desesperanzada, enfadada o irritable.
→Somático muscular: temblores, rigidez muscular, dolor muscular, voz temblorosa. Estos ítems miden los síntomas físicos relacionados con la tensión muscular que produce la ansiedad. La persona puede tener movimientos involuntarios, contracturas, dolores o dificultades para hablar.
→Síntomas cardiovasculares: taquicardias o pinchazos en el pecho. Estos ítems valoran los síntomas físicos relacionados con el sistema cardiovascular que produce la ansiedad. La persona puede sentir que su corazón late muy rápido o muy fuerte, o que le duele el pecho.
→Los síntomas respiratorios: sensación de falta de aire, presión, ahogo… Estos ítems evalúan los síntomas físicos relacionados con el sistema respiratorio que produce la ansiedad. La persona puede sentir que le cuesta respirar, que le falta el aire o que se asfixia.
→Síntomas gastrointestinales: problemas para tragar, hacer la digestión, estreñimiento o diarrea, etc. Estos ítems miden los síntomas físicos relacionados con el sistema digestivo que produce la ansiedad. La persona puede tener dificultades para comer, náuseas, vómitos, gases o alteraciones en el tránsito intestinal.
→Síntomas autónomos: boca seca, palidez, sudoración o piel erizada. Estos ítems valoran los síntomas físicos relacionados con el sistema nervioso autónomo que produce la ansiedad. La persona puede tener sequedad en la boca, cambios en el color de la piel, sudoración excesiva o escalofríos.
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