Relato anónimo sobre la aerofobia:
“No sabría situar bien el momento en el que empecé a tener fobia a volar. Un día me vi sentada en un avión. Las piernas me temblaban, tenía la boca súper seca y tenía la sensación de que el corazón se me iba a salir del pecho en cualquier momento.
Lo relacioné con los nervios de la primera vez que viajas en avión y no le di más importancia.
Con el tiempo, cada vez que tenía que coger un avión, aparecían los mismos signos y se hacían más fuertes y persistentes. Evitaba a toda costa subirme a un avión y cada vez que alguien de mi círculo de amigos tenía que volar por cualquier motivo me ponía súper nerviosa. Siempre tenía activado el control de vuelos en tiempo real para ver en cada momento donde se situaba el vuelo que habían cogido y verificar que realmente nada les iba a pasar.
Hasta que un día me tocó a mí.
Volaba rumbo a Italia con mi hermana y más amigos a pasar unos días de vacaciones. Cuando compramos los billetes apenas estaba nerviosa más bien convencida de que no me iba a pasar nada. Además había oído en numerosas ocasiones que el avión era el trasporte más seguro que existe y que las estadísticas de accidentes de avión no alcanzaban a las de otros trasportes como puede ser el coche o el autobús.
Pero a medida que se iban acercando los días me empecé a sentir más inquieta. Necesitaba que los demás me dijeran una y otra vez que no iba a pasar nada, pero aun así la inquietud iba en aumento. Hasta que llegó el momento de ir al aeropuerto. Cogí mi maleta, miré bien que llevaba toda la documentación necesaria para volar como el DNI o la tarjeta de vuelo y allá que fui.
Cuando llegó el momento de subirme al avión se volvieron a repetir los síntomas que al principio he mencionado. Me temblaba todo el cuerpo y tenía la sensación de que a la mínima me iba a desmayar. Los pensamientos catastróficos me vinieron a la mente enseguida y por mucho que los intentara borrar no era posible. A esto le sumé la cantidad de gente que había en el avión, ya que ese vuelo iba lleno y pensaba que algo malo me iba a suceder o que alguno de los pasajeros me podría atacar. Quería salir como fuera de allí.
Por mucho que me dijeran que me tranquilizara, lo único que pensaba es que iba a morir.
Es aquella sensación que sientes cuando te falta el aire y al mismo tiempo no eres capaz de articular palabra. No era capaz de controlar mi propio cuerpo, como si el miedo se hubiera apoderado de mí.
Poco a poco, a medida que subíamos y el avión llegaba a su altura máxima me empecé a sentir un poco mejor. Intente relajarme y ojeaba las revistas que la tripulación repartía. Luego escuché la playlist que suelo tener en el móvil e intenté imaginarme lo que haría cuando llegara a mi destino. Cerré los ojos y cuando los abrí ya casi estábamos en nuestro destino. Miré por la ventana y aunque llovía se podía ver la ciudad de Bolonia a vista de pájaro.
Entonces pensé que si no me habría subido al avión no podría ver aquellas vistas, tampoco podría conocer cada rincón de Mantova o ver el teatro olímpico de Vicenza.Cuando aterrizamos me sentí orgullosa de mi misma. Había afrontado mi mayor miedo y aunque al principio parecía que nunca iba a ser capaz de volverme a subir a un avión allí estaba yo con una sonrisa de oreja a oreja por no dejar que el miedo me paralizara.”
¿Qué es la Aerofobia?
La aerofobia es un tipo de fobia en la cual lo que produce un miedo intenso es la situación de estar en un avión que está volando o que podría despegar. Lo que resulta aterrador es la idea de que pueda producirse un accidente aéreo, que por su naturaleza está asociado a un riesgo de muerte muy alto.
Sin embargo, no todos los casos de miedo a volar se consideran una muestra de aerofobia en sí. Existen diferentes grados de intensidad, y la aerofobia solo existirá como tal si el pánico es tan intenso que limita la calidad de vida de la persona.
Es por eso que, aunque se estima que aproximadamente un 25% de las personas tienen miedo a volar, de entre estas la proporción de gente con aerofobia apenas llegaría al 10%.
En ocasiones, este miedo va más allá y se extiende incluso a los aviones que por diferentes motivos no van a volar, ya sea porque no hay un vuelo programado o porque son imitaciones de aviones y no funcionan, por ejemplo. En estos casos se produce una generalización.
Tal y como sucede en todos los tipos de fobias, este miedo a volar no se basa en una sensación de peligro fundamentada en hechos razonables, sino que es básicamente irracional. Se produce a pesar de ser conscientes de que las medidas de seguridad del vuelo son óptimas.
Aunque la razón comprenda las garantías de seguridad del avión, las emociones siguen un camino totalmente distinto, y a menudo ejercen una gran influencia sobre la primera, deformándola y haciendo que aparezcan pensamientos casi delirantes.
Síntomas de la aerofobia
Entre los síntomas de la aerofobia se encuentran muchos de los que son típicos en el resto de fobias:
- Mucha sudoración.
- Subida del ritmo cardíaco y de la respiración.
- Boca seca.
- Náuseas.
- Dolor de cabeza.
- Malestar general.
- Ansiedad.
Causas de la aerofobia
Por una parte, las personas con una elevada tendencia a tenerlo todo controlado pueden llegar a sentir mucho estrés en los momentos en los que no tienen control sobre lo que ocurre, y los vuelos a bordo de un avión son uno de esos contextos.
Del mismo modo, una propensión general a la ansiedad hace que se analice lo que ocurre en el entorno de manera que se encuentran muchas claves que pueden ser interpretadas como indicios de un accidente que está por suceder. Todo eso hace que suba el estrés, lo cual a su vez hace que se sigan buscando falsos indicios de peligro.
Las causas que provocan la fobia a volar pueden ser muchas, pero prácticamente todas son de origen psicológico:
Experiencias negativas anteriores
También aquellas personas que han tenido un mal vuelo, arraigan esa mala experiencia. Frente a una posible repetición los síntomas de la fobia se activan. Tal vez el vuelo no fue malo en realidad, pero está asociado a un hecho negativo.
El miedo a lo desconocido
El hecho de tener que enfrentarse a una situación desconocida genera temor por sí mismo. En el caso particular de los aviones, hay muchos mitos e información errónea que provoca miedo en las personas.
Científicamente está demostrado que es menos probable sufrir un accidente en avión que en coche. Sin embargo, la mayoría de las personas no lo sabe o no piensa en ello, y por eso volar les causa mucho miedo.
Situaciones personales
Las personas que sufren depresión o ataques de pánico, pueden ser más vulnerables ante ciertas situaciones. Estos problemas de base más una cuota de miedo, pueden desencadenar la fobia a volar.
Al volar es difícil controlar la ansiedad
Durante un vuelo, el pasajero naturalmente tiene mucho tiempo libre y pocas distracciones, a diferencia de lo que ocurre al viajar en coche.
Quien conduce tiene toda su atención centrada en lo que está haciendo, y quien viaja de acompañante puede encontrar distracción mirando el paisaje por ejemplo.
A bordo de un avión puede ser difícil controlar la ansiedad. Muchas de las personas que sufren aerofobia también tienen claustrofobia y acrofobia, es decir, miedo a los espacios cerrados y a las alturas. Por lo tanto, les resulta difícil sentirse tranquilos dentro de un avión, a miles de metros de altura.
Tratamiento de la aerofobia
La exposición consiste en exponer al paciente de forma progresiva al estímulo que le causa aversión o pánico para así disminuir paulatinamente la ansiedad y los ataques de pánico que pueden aparecer. Lo que se termina creando en este caso es una habituación al estímulo aversivo, que en este caso sería el avión y así de forma gradual evitar que vayan apareciendo los síntomas de ansiedad y pánico como se han mencionado anteriormente.
Por lo que respecta a la realidad virtual se trata de una nueva tecnología que conlleva numerosas ventajas para el contexto terapéutico.
Lo que se consigue con este tipo de terapia es que la persona tenga la sensación de encontrarse físicamente presente en el mundo virtual y por otra parte la interacción porque la realidad virtual permite que la persona pueda interactuar con el mundo virtual en tiempo real.
Así mismo la realidad virtual ofrece ventajas también para el terapeuta porque el mundo virtual al que es expuesto el paciente se controla mediante un soporte informático el cual el terapeuta puede controlar. También el hecho de que no sean situaciones reales que viva el paciente en su día a día, sino que lo que se intenta es que sean lo más reales posibles y así favorecer la exposición por parte de los pacientes y que se sientan un poco más cómodos.
Por otra parte se pueden graduar la situaciones según las necesidades del paciente sin esperar que estas sucedan en la vida real y este tipo de terapia suele ser mucho más económica ya que la propia exposición se hace en la propia consulta lo que la convierte en más rentable en términos de tiempo y dinero como puede ser el caso de un paciente aeróbico. De esta manera se ahorraría mucho dinero en comprar billetes de avión y tiempo para poder realizar los vuelos que asegurarían una exposición real Cabe destacar que en la actualidad existen mucho estudios que avalan la eficacia de la realidad virtual en el tratamiento de diversos trastornos de ansiedad, como pueden ser la fobias específicas ( p.ej., Botella et al, 1998, 2004 ) trastorno del pánico (p. ej, Botella et, al.,2007 ) trastorno de ansiedad social ( p.ej.,Klinger et al.,2005) o trastorno por estrés postraumático (p.ej.,Baños et al.,2009,2011).